Con el paso del tiempo, he aprendido algunas cosas de suma importancia.
Una de estas cosas es que se puede salvar el mundo un piojito a la vez.
Suena pretencioso. Un proyecto ambicioso e irreal, pero si consideramos a cada ser como un mundo en sà mismo, y al mismo tiempo, un ser que conforma parte del todo, pienso que sin duda es posible.
Cuando mi tÃa enfermó, limité mis palabras a decirle que la querÃa mucho. Le pedà que se relajara y le hice piojito en aquel cuarto de hospital.
Un vÃnculo,
una caricia,
un piojito,
una siesta.
Salvando un mundo a la vez, un momento a la vez.
Al menos aquÃ, ahora estamos a salvo.
En los últimos dÃas de vida de mi abuela, me dediqué a tocarla. A sonreÃrle.
Que se supiera acompañada, cuando ya no pudo abrir los ojos y dejó de comunicarse.
Que supiera que mi presencia era absoluta. Aunque ella no me pudiera hablar, o ver, pero sà que la podÃa tocar.
Su mano,
su cabeza de algodón,
se abrió otro momento,
otro lenguaje,
otro vÃnculo.
Tocar su cabeza me parecÃa un acto extraordinario.
Me repito: La cabeza de mi tÃa, la de mi abuela, mi propia cabeza, son mundos distintos, pero al final del dÃa, la misma cosa y parte de la misma cosa.
Al dormir, Pedro se acurruca en mi pecho mientras leo. Me nace hacerle piojito.
Recordarle que lo sostengo a través del sutil acto, recordarle la profundidad de nuestro entendimiento. Se queda dormido casi al instante.
La eternidad, la vida, las cosas contenidas en un momento, en una suavidad.
Después de que acompañé a mi abuela en sus últimos dÃas de vida, terminé fundida, abatida, cansada hasta la carcasa de mi ser.
Me fundo con mi perrito, me tumbo en el piso con él, no hay nadie más que me pueda recibir con esa solemnidad como él lo hace.
Le hago piojito en su peludita cabeza. Me relaja, se relaja.
Caigo en cuenta, todo es lo mismo. Cada vez está más presente este entendimiento.
En el tacto, en la memoria táctil permanecen partÃculas de todos los seres que he amado.
Del piojito nacen estrellas, del sutil acto se abren portales, se mezclan lÃneas del tiempo, se abren otros tiempos.
Salvando los mundos un piojito a la vez.
