Entre Agosto y septiembre del año pasado, tomé un taller de autorretrato con Abril Castillo, como parte de una serie de talleres que organiza Casa Octavia
Les dejo aquí, algunos ejercicios de autorretrato escrito y dibujado, la rutina de mis días en septiembre y mis outfits de verano :)

Rutina diaria
El despertador suena a las 7:46am, lo dejo sonar hasta las 8:15. A veces hasta las 8:30. Me gusta la canción de “Decemberists” que escogí para la alarma. No me enfada, la apago una y otra vez.
Saludo a Lupo. Lo hago como si recién acabara de llegar un perrito nuevo a la casa.
Le digo:
“¿Y este perrito?
¡No manches! ¿Cómo es que llegó aquí?
¡Está bien bonito!”
Escucho la voz de Pedro cantar desde la sala. Le doy un beso de buenos días. Me preparo para el día caluroso que deviene.
Depende del día, Lupo y yo salimos al parque a pasear, o me quedo en casa a hacer el desayuno y a tender la cama. Ambas rutinas me parecen encantadoras y brillantes. Todo tiene un color increíble en las mañanas, hasta las cucarachas del drenaje.
Levotiroxina y vitamina B12 antes de que cualquier alimento entre a mi sistema.
Desayunamos, el menú casi siempre es:
- Avena con miel, nuez y manzana
- Pan tosado con aguacate, espinaca y chile chipotle
- Papaya con nuez.
Energía suficiente para el momento más feliz del día. Hacer y tomar café.
Sacamos los granos, los pesamos, los molemos, calentamos el agua. De un tiempo pandémico para acá, nos hemos vuelto aficionados al café de especialidad.
Es el momento en el que más brillo. Pienso que todo sería muy gris sin esas tazas de café. De ahí todo se acomoda, el cuerpo, los pensamientos, y la vida.
Las cosas también se acomodan en el restirador. Me dispongo a un día de dibujo o de revisión de trabajos de mis alumnes.
Le doy play el disco de “Confeti de odio” y lo escucho un par de veces, pero la música en audífonos es imprescindible para poder trabajar, para poder vivir.
Pronto llega la hora de comer, y con esto, demasiado tiempo invertido en la calurosa cocina de la casa. Cocinamos juntos, levantamos la cocina juntos, todo juntos.
Un poco más de trabajo relajado. Tal vez, incluso, un par de dibujos y escritos libres por aquí y por allá. Después de comer ya me siento de bajada con el día. Me quedé acostumbrada al horario del colegio.
Cerramos a las 6:30-7:00pm. El estudio se cierra y nos vamos a la recámara a platicar, a reír, a comer papitas, a ver una serie y a platicarnos lo que hemos hecho y en lo que andamos.
Todo se siente bien, sobretodo, sabiendo que despertaré con Pedro, Lupo y el café.